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Mensaje por Shiyo Dom Abr 26, 2015 9:26 pm

¡Beep! ¡Beep! Un escandoloso ruido rompía el silencio de aquella hermosa mañana.
¡Beep! ¡Beep! Seguía insistiendo el sonido de aquel pequeño aparato. ¡Beep! ¡Be...! Por fin se había acabado, ese molesto ruido desapareció. La mano de un jóven había apagado el interruptor de ese escandaloso despertador. Aquel chico, el cual seguía cubierto de sabanas a excepción del brazo que usó para apagar el reloj, no tenía muchas ganas de levantarse. Peresosamente se movía de un lado a otro, aún debajo de las colchas.

-¡Zack, sé que estás ahí! ¡Sal de una vez! -se escuchó una fina pero fuerte voz.

"Mierda", pensó Zack, que seguía sin ganas de salir de la cama.

Se retorcía, su cuerpo pesaba quintales, sus ojos apenas abiertos no lograban ver la luz del día. Se escuchó el sonido de una puerta abrirse. Pasos.

-Aquí vamos de nuevo -reclamó Zack.

-¡Que te he dicho que te levantes! -dijo la jóven mujer.

-...

-¡Maldita sea! ¡Odio cuando me ignoras! ¡Sal de una vez!

-Voy, voy...

-¿Sabes cuanto tiempo tengo gritandote allá fuera? Siempre es lo mismo contigo...

-Lo siento Mey

En aquella fresca y bella mañana, una jóven pareja se encontraban discutiendo. Zack, un alto y fornido chico, le encantaba dormir toda la mañana, las suaves y acojedoras sabanas, la blanda almohada en donde reposaba su cabeza, aquel enorme colchón, que era como un mar de algodon para el cuerpo de ese jóven...¿Quién culparlo por no tener las ganas de salir de alli?. Por otra parte Mey, una hermosa e intensa mujer de la misma edad de Zack, veintidos años, era la que se encargaba de despertar a tan vago muchacho todos los dias. Aquellos gritos de Mey, la misma discusion, el gran esfuerzo que hacia Zack por salir de la cama y la gran sastifaccion que sentia la chica por haberlo obligado, todo esto era el pan de cada día, casi como un ritual para empezar la mañana, era lo que siempre ocurria en la casa de Zack en un pequeño pueblo perteneciente a Plata, la nación Sudaméricana.

Mey abrió las cortinas y dejó ingresar los debiles rayos del sol a traves de la ventana.

-Ya es hora de irnos -informó la chica.

-Lo se, relajate un poco amor.

Zack, que ya habia escapado completamente de aquel hechizo que lo mantenía acostado y sin ganas de levantarse, se encontraba estirando su cuerpo, vestía si se acercó a Mey que estaba admirando la vista por la ventana. Ya cerca, la agarro por atras de la cintura cariñosamente, sus cuerpos se rozaron y comenzo a besarla en el cuello.

Beso tras beso, la piel de Mey empezo a erizarse y eso excitaba enormemente a Zack. La chica se giro y se miraron fijamente, ambos quedaron paralizados, hipnotizados por ese intenso cruce de miradas que les hacia sentir un sofocante fuego alrededor de sus cuerpos.

Tras unos cuantos segundos de quedar totalmente quietos, finalmente se besaron, con ternura y lentamente. Zack la agarró de las piernas y ella se colgaba del joven, en un par de pasos terminaron cayendo juntos en la cama. Nuevamente se miraron. Esas miradas que eran tan apasionadas se perdian entre ellos, los intensos ojos negros de Zack junto con los cafe avellana de Mey se encontraban danzando a la par en otra dimension. Un hermoso espectaculo único, algo de otro mundo... en ese momento, no existía nada mas alrededor, solo ellos, sus miradas y el enorme deseo que sentian el uno hacia el otro.
Las manos de Zack se perdian en los largos cabellos de su novia, ella era perfecta, tanto sus ojos como su ondulada cabellera era de un color cafe tan precioso que enloquecia enormemente a su chico. Los besos y caricias seguian su ritmo.
Después de un momento, en esa bella y fresca mañana... se encontraban haciendo el amor apasionadamente.

*****

La joven pareja de enamorados ya emprendian su largo camino, habian transcurridos varios minutos desde que partieron de la casa de Zack despues de esa apasionada manana. Ninguno había soltado alguna palabra en todo el camino, solo seguían en silencio, paso a paso.

-Hoy estuvistes... -soltó Mey finalmente -¡Wao! -dijo, mordiendose el labio.

Zack echo una carcajada. -Tu tampoco estuvistes tan mal -continuó riendo.

-Vaya, ¿desde cuando te convertistes el rey del sexo? -preguntó sarcasticamente, burlandose.

-Pues, no me gusta presumir.

Ambos rieron.

-Hoy te has levantado con muchas energias -insinuó Mey.

-Si todas las mañanas fueran así, me despertaría con gran facilidad -bromeó con una sonrisa torcida.

Mey se pusó tan roja que no tuvo más opción que agachar la mirada, Zack al percatarse de esto siguió riendo a carcajadas.

-¿A donde iremos ahora? -cambió de tema el joven con mas seriedad.

Una Mey mas relajada y menos ruborizada respondió.

-Al lago.

-¿Iremos de pesca?

-Así es, ya estamos cerca.

El recorrido no se hizo tan largo, ambos vivían en un pequeño pueblo de la nación Plata. Aunque era pequeño, tambien era muy hermoso y elegante. Todos tenían un hogar, casas comodas y modernas. Ya no existian carreteras, solo caminos. Los medios de transportes eran escasos. Existian muchos parques y arboles plantados que daban al pueblo un aspecto elegante y natural. El pueblo era una comunidad en armonía. Todos colaboraban por igual en distintos aspectos y no existia el status social. Algunos obtenian alimentos de distintas maneras: pesca, agricultura, ganaderia. Otros construian, y unos cuantos ejercian profesiones como medico, maestro, entre otros. En esta nueva era no existia el poder, las personas trabajaban y lo que obtenían lo donaban al pueblo para de esta manera, pueda ser repartido por igual a todos sus habitantes.

-Llegamos -informó Mey

Se encontraban en un bote, a mitad del lago, consiguiendo la mayor cantidad de alimento que sea posi le. Despues de unas cuantas horas la joven pareja habia conseguido una gran cantidad de peces que alcanzaria para alimentar a una ciudad completa.

-Hemos hecho un gran trabajo -sonrió Zack

-Si... Unos minutos mas y regre...

-¡Pico! -interrumpió -¡Es uno grande!

El joven de cabello negro jalaba con todas sus fuerzas de la caña de pescar, estaba a punto de romper su record personal si atrapaba a ese pez, cuando de pronto Zack abrió las manos soltando el instrumento. El chico yacía inmovil en el bote, con la mirada hacia el lago. Mey se percató que algo estraño sucedia, asi que se acerco para averiguar y lo descubrió.
En el fondo del lago, justo donde miraba Zack, algo brillaba.

Era una hermosa luz, de un color celeste tan brillante que resaltaba del azul del lago. Ese brillo, esa intensidad, ese color, todo era familiar. El lago no era tan profundo, sea lo que estuviera brillando estaba cerca. La curiosidad invadio a Zack el cual ya se encontraba sacandose las prendas para sumergirse.

-¿Que diablos haces? -protestó Mey.

-Que crees... ¡Iré a investigar!

-No sabes que es, puede ser peligroso.

-No me convenceras -fue lo último que dijo antes de tirarse al lago.

-¡Maldición!

Mey se ubicó en el lugar en donde se encontraba su pareja y se quedo sentada con la vista al lago a la espera de su chico. Zack se sumergía y a medida que se acercaba a su objetivo, esa luz brillaba con mayor intensidad. Más y más cerca, el joven estaba a punto de conocer de donde provenía ese extraño resplandor. Al fin había tocado fondo y lo descubrió. En medio de enormes rocas se encontraba la fuente de esa extraña luz, no podía ver con claridad debido a su gran intensidad por lo que se acercó aún más. Finalmente lo identificó, era un tipo de fragmento, como si perteneciera a un gran cristal, tenia un parecido al diamante, pero era obvio para Zack que éste no brillaba, y menos aún como lo hacía este fragmento. Era pequeño, como del tamaño de una cabeza humana, su brillo comenzó a ser mas intenso a medida que se acercaba el joven. La curiosidad hizo que Zack tocara ese extraño material.
La punta de unos de los dedos del joven hizo contacto con el fragmento y éste rapidamente se ilumino de manera diferente. Zack apartó la mano institivamente y el extraño material comenzó a vibrar y a brillar de diferentes tonos. El joven se apartó casi de inmediato, mientras que la vibración del fragmento era cada vez mas fuerte. Ese extraño material similar al diamante ya no aparentaba ser solido, La luz comenzó a expandirse poco a poco hasta que alcanzó la mano del muchacho y en unos segundos rodeó completamente el cuerpo de Zack. El fornido muchacho inmediatamente comenzó a subir de regreso al bote. Brillaba. Su cuerpo brillaba. Zack se sacudía con las manos como si haciendo eso se le quitaría esa luz que rodeaba su cuerpo. El tono de ese brillo se intensificaba y sentía como su cuerpo vibraba. No sabía que hacer, solo quería llegar donde se encontraba Mey. Las vibraciones eran mas fuertes, parecía que en cualquier momento explotaría. Zack comenzaba a perder las fuerzas, se sentia adormilado, poco a poco, los músculos de su cuerpo no le querían obedecer. En el bote, donde estaba su amada, se encontraba tan cerca y tan lejos a la vez, Mey se había percartado que ese extraño brillo se acercaba y que cada vez se hacía mas fuerte, pero no sabía que ahora lo que estaba viendo le pertenecia a su novio que yacía inmovil a un par de metros de la superficie. De repente, el brillo de todo el cuerpo de Zack se elevó a los cielos, con potencia, como un rayo invertido. Salió desde el interior del lago, como una chispa, y subió. Subió hasta el infinito cielo y se mantuvo así. Mey cayó torpemente de espaldas al bote, sorprendida y admirada, con la mirada arriba, tratando de saber hasta donde podría llegar ese resplandor que desde el lago acababa de salir. En el cielo, se formaban espirales alrededor del rayo de luz y las nubes cercanas oscurecían. Unos pequeños truenos se asomaban y de a poco el paisaje se tornaba aterrador. Mey no dudó ni un segundo más y se lanzó al agua en busca de Zack, el cual seguía sin poder moverse...

*****

Oscuridad. Absoluta obscuridad. Negro... no se podía ver nada. "¡Zack! ¡Zack! ¡Despieta!", se escuchaba una voz insistente y nerviosa. "¡Zack! Por favor...", la misma voz se quebró y sonaba solloza.

Zack seguía inconciente, nisiquiera podía sentir los suaves labios de Mey rozar con los suyos. Su novia le insertó su propio aliento, una, dos, varias veces. Le realizó reanimación cardiopulmonal, intentaba con tantas ganas que Zack vuelva abrir los ojos. Lo había logrado al fin. El joven muchacho abrió lentamente sus ojos y dejó al descubierto su negra y seductora mirada.

-Zack... -lloraba su novia de alegría.

-...

Mey lo abrazó con fuerzas enormes y lo besó con pasión.

-¿Que ha pasado? -preguntó Zack.

-¿No te acuerdas?, te ahogabas... te he traido al bote. Estaba muy preocupada -lloró.

-Lo siento... -dijo, carisbajo.

Habían dejado el bote en una orilla, amarrado como era cosumbre. Ambos emprendía el viaje de regreso, Zack apoyandose de su pareja, se sentía débil, agotado. Caminaban por el hermoso prado que rodeaba el lago, iban a paso lento, con calma, cuando de pronto unos extraños proyectiles comenzaron a impactar cerca de donde se encontraban. Se alarmaron y de inmediato se agacharon y trataron de cubrirse como mejor pudieran. Los proyectiles cesaron, fueron pocos, unos diez... Cuando se percataron de que estaban a salvo se pusieron de pie lentamente, observaron su alrededor y se fijaron en esas extrañas cosas que por poco les golpeaba. Zack se sorprendió. Era similar a lo que estaba en el fondo de ese lago, eran mas pequeñas, como del tamaño de un puño, pero tenían ese mismo parecido al diamante y el brillo, ese extraño brillo...

Se escuchaba unos pasos, alguien se acercaba. Los pequeños fragmentos de alrededor comenzaban a desintegrarse.

-Vaya... no les he dado -dijo una misteriosa voz, acercándose.

Siguió caminando hasta posicionarse justo delante de la jóven pareja. Era un hombre flaco en camisetilla, se le podía ver ambos brazos llenos de tatuajes. Llevaba el cabello raso y alrededor de sus manos se notaba ese brillo misterioso. Le rodeaba, era como si estuviera en llamas, unas intensas llamas celestes...

-¿Quién eres? -soltó Zack bruscamente.

-Ohhh... perdón. ¿Dónde están mis modales? -respondió sarcasticamente -Me llamo Frank... he venido asesinarte -mostró una amplia sonrisa entre dientes.











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